Seis orejas e indulto, triunfo a manos llenas en la Feria de Cali
El torero español Antonio Ferrera lidia al toro Cohete de la ganadería de Salento durante la Feria de Cali, hoy, en la plaza Arena Cañaveralejo, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán
Farandula

Seis orejas e indulto, triunfo a manos llenas en la Feria de Cali

Cali (Colombia), 27 dic (EFE).- Los tres alternantes y el ganadero de Salento se fueron a hombros en la segunda corrida de abono de la 64 Feria de Cali.

El torero colombiano Juan de Castilla lidia al toro Cocada de la ganadería de Salento durante la Feria de Cali, hoy, en la plaza Arena Cañaveralejo, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán

Seis orejas, de a dos por coleta, cortaron el español Antonio Ferrera, el mexicano Joselito Adame y el colombiano Juan de Castilla, mientras el hierro que pasta en el Valle del Cocora del eje cafetero cosechó uno de los mayores éxitos en su historia de criador de reses que llevan la sangre brava del encaste santacoloma.

El torero mexicano Joselito Adame lidia al toro Coquito de la ganadería de Salento durante la Feria de Cali, hoy, en la plaza Arena Cañaveralejo, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán

TARDE INOLVIDABLE

Con una inolvidable tarde digna de entrar en los más caros anales de Cañaveralejo, Cali se abrazó a su historia de 64 años de la mano de un ganadero y tres toreros triunfadores y a hombros.

Salento, Antonio Ferrera, Joselito Adame y Juan de Castilla protagonizaron un largo metraje de emociones que perdurará por mucho tiempo en los aficionados que tuvieron la fortuna de ser testigos de la obra.

El hierro de Salento prometió que algo grande estaba en camino con el ejemplar de apertura, generoso en galope y franqueza frente a las cabalgaduras de Willy Rodríguez. El rejoneador colombiano dejó pasar las embestidas y la oportunidad. Vuelta al ruedo al toro y pitos al caballero.

Y el primero de los dos de Ferrera pareció agregar un eslabón a la cadena de esperanza. Al menos de salida en el capote y en la brava pelea que dio en el caballo. Solo que luego cambió, con la cara suelta y la incomodidad como defectos. Apareció entonces ahí el Ferrera que sabe mandar. Las cosas cambiaron, aunque no lo suficiente. Silencio.

TORRENTE DE EMOCIONES

De ahí, la tarde saltó a la incertidumbre de ese tercero, primero de Joselito Adame, que puso el suspenso por delante en cada viaje. El mexicano se defendió, y atacó, con firmeza y decisión. En blanco.

Suelto y al capricho de su propia deriva, el cuarto del festejo desoyó las voces y los cites de Juan de Castilla a lo largo del primer tercio. Solo la decisión seca del torero de Medellín logró llevarlo a terrenos de la pausa y la franqueza. Y de allí brotó una faena tan corta como importante por el carácter de lidia que tuvo y por la verdad puesta en quilates en cada suerte. Espada delantera. Dos orejas.

A esa altura, la tarde era otra cosa. Así lo entendió Antonio Ferrera que respondió a la salida de bravo del segundo suyo con capote de raza, vara propia (trepó al caballo para picar) y pares de banderillas junto a Adame, a quien invitó. Muy por encima de las condiciones de un toro tentado a refugiarse en los adentros, Ferrera recurrió a lo habido y por haber, incluido el histrionismo, para entrar en el corazón de la gente y cortar dos orejas.

Adame entendió el lugar que debía alcanzar. En el sexto de la tarde, todo lo hizo para lograr subirse también en el tren de la victoria, claro, a punta de méritos. Entablerado, inició la faena de muleta, solo el precio de un concierto en el que el toro tocó su propia partitura hecha con la excelsa calidad de Coquito, #83, de 496 kilos de peso y con el hierro del Valle del Cocora. Indultado.

Ficha de la corrida

Toros de Salento

Willy Rodríguez, rejoneador: rejón caído y golpes de descabello, pitos.

Antonio Ferrera, blanco y oro: pinchazos y entera. Tibias palmas. Media que bastó, dos orejas.

Joselito Adame, marino y oro: pinchazos y entera. Silencio. Dos orejas simbólicas.

Juan de Castilla, blanco y oro: espada delantera, dos orejas. Pinchazo y tres cuartos. Palmas.

Víctor Diusabá