Entre porros y galletas, Tailandia vive un boom del negocio de la marihuana
Un camarero prepara dulces con cannabis en un negocio de Bangkok. EFE/EPA/NARONG SANGNAK
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Entre porros y galletas, Tailandia vive un boom del negocio de la marihuana

Bangkok, 20 abr (EFE).- Servicios de entrega a domicilio, mapas interactivos con productos en línea, spas de relajación o tiendas con brownies, galletas y porros. El negocio de la marihuana vive un boom en Tailandia, con miles de establecimientos abiertos en menos de un año ante la falta de una regulación clara de esos comercios.

Imagen de un negocio con productos derivados del cannabis en Bangkok. EFE/EPA/NARONG SANGNAK

Desde que el país legalizara el cultivo de marihuana para uso médico -el primero en hacerlo en el Sudeste Asiático- el pasado 9 de junio, Tailandia vive una fiebre en torno al negocio del cannabis, enmarcado en una confusa ley que no penaliza el consumo con fines recreativos.

Con cerca de 8.000 tiendas distribuidas por el país, más de un millón de productores locales y unos 11 millones de usuarios en el último año, según fuentes del sector, Tailandia parece haber entrado en el circuito global de la marihuana. La nación ha visto, incluso, el florecer de una nueva carrera: el ‘budtender’.

“Como budtender, uno debe informar a los clientes sobre el cannabis y sugerir el producto que se adapte a las necesidades de cada uno. Algunos buscan algo para relajar, otros quieren ponerse activos, otros quieren estar más centrados”, dice a EFE la tailandesa Melody, quien estrenó en esta carrera poco después del anuncio de la despenalización de la sustancia.

Menos de diez meses después, Melody, que actualmente ejerce como gerente de operaciones del dispensario “FourTwenty”, ha visto su negocio “expandirse de forma meteórica” y alcanzar unos ingresos que rondan los 205.000 dólares mensuales.

“Sabemos que muchos tailandeses viven de la agricultura, por lo que el cannabis puede ser otra opción de cultivo para esos agricultores”, afirma.

A día de hoy, la marca, que emplea a 70 personas y solo trabaja con productos cultivados en Tailandia, cuenta con tres comercios en Bangkok, mientras se prepara para la inauguración a finales de mes de su primera tienda en la turística isla de Phuket.

“Si apoyamos el negocio local, en el futuro nuestros agricultores y productores locales pueden estar en los mismos niveles y estándares que los grandes productores internacionales”, puntúa la gerente.

AUMENTO DE LA COMPETENCIA Y BRECHA LEGAL

El boom del cannabis en Tailandia ha sido aupado por la ambigua legislación y la falta de regulación para su consumo, lo que hizo que muchos depositaran sus fichas en la marihuana como el “negocio del futuro” -una industria que podría alcanzar un flujo de comercio anual de 1.250 millones de dólares para 2025, según los cálculos de la Universidad de la Cámara de Comercio de Tailandia.

Así, de la noche al día, centenares de pequeños comercios, máquinas expendedoras, tiendas 24 horas y hasta elaborados “weed shops” pasaron a componer el escenario urbano de las ciudades e islas del país.

Sin embargo, la llegada de grandes cadenas multinacionales y la importación de la planta de lugares como Estados Unidos o Canadá -práctica en teoría prohibida- representan un riesgo para los comerciantes locales, que tienen recursos y condiciones de producción bastante más limitados.

“Tailandia acaba de empezar, entonces los productores locales tienen muchos gastos, mientras que otros países que llevan más tiempo en el mercado del cannabis pueden producir a gran escala con un bajo costo”, explica Melody.

Asimismo, pese a la aparente y prometedora bonanza, la industria podría verse amenazada de cara a las elecciones que el país celebrará en mayo y que puede suponer un cambio de gobierno y de legislación, por lo que los comerciantes locales abogan tratar el negocio de la marihuana “con cautela”, según apunta a EFE Kajkanit Gem, director de la pionera compañía Taratera.

EL TURISMO DEL CANNABIS

En ese marco, encuestas indican que la mayoría de los tailandeses se dicen “preocupados” tras la legalización de la sustancia, mientras que algunos sectores han demostrado inquietud ante el aumento del “turismo del cannabis”.

“Actualmente, la industria depende mucho de la venta a los expatriados y turistas, sobre todo occidentales” y “aún hay mucho rechazo entre los tailandeses”, explica Gem, quien defiende regulaciones más claras y estrictas en cuanto al cultivo, comercialización y consumo de la hierba.

“Es necesario aplicar más regulaciones para mantener todo de una forma que no interfiera en la vida de las personas que están en contra del cannabis”, dice el director, al explicar que “ahora mismo el listón para entrar en ese mercado es demasiado bajo y abrir una tienda o establecer una granja en Tailandia es muy fácil”.

A pesar de todas las incertidumbres, el sector se muestra optimista, ya que este lucrativo negocio “se ha consolidado y está pagando las facturas de miles de tailandeses”.

“La industria ha ido demasiado lejos como para dar marcha atrás ahora”, asegura Chai Suparat, quien acaba de inaugurar su tienda de marihuana tras abandonar su puesto como asistente de cocina para aventurarse en el mundo del emprendimiento.

Nayara Batschke