Nueva Delhi/Pekín, 20 abr (EFE).- China y la India, las dos naciones más pobladas del planeta, han logrado reforzar la confianza en general en las vacunas infantiles, una tendencia a contracorriente ante un descenso global en la creencia en las inoculaciones para niños tras la pandemia de covid-19.
La dos naciones, que suman aproximadamente un tercio de la población mundial, son junto a México los únicos países del mundo que mostraron una tendencia positiva sobre la confianza en las vacunas infantiles de los 55 países de los que hay datos disponibles, según el informe “El estado de la Infancia 2023” de Unicef publicado hoy.
Sus respectivas poblaciones, pese a que ambos países fueron también los principales y mayores epicentros del covid y a los cuestionamientos sobre sus industrias farmacéuticas y sus frágiles sistemas sanitarios, dieron respuestas más favorables acerca de las inyecciones a menores tras la pandemia.
CHINA, CONFIANZA PESE A LOS ESCÁNDALOS
En el tope de la lista, China, que venía registrando un 86 por ciento de confianza en los medicamentos de inmunización antes de la propagación del coronavirus, dio un salto de 8,85 puntos porcentuales para pasar al 94,85 por ciento, según el informe de Unicef, que se refiere a la certeza de la población de que los niños necesitan ser vacunados.
La confianza de China, que emplea un programa gratuito para vacunar contra la hepatitis A y B, la poliomelitis o el sarampión, la meningitis y la encefalitis, pasa por encima del encendido debate desatado durante la pandemia por el uso de medicamentos de temprano desarrollo.
La lucha y el éxito de Pekin por aumentar la tendencia a la vacunación tiene también de contexto una serie de escándalos sobre su industria farmacéutica, uno de ellos en 2019, cuando se publicaron informes sobre decenas de niños inmunizados con vacunas contra la poliomielitis vencida.
La industria de este país, que depende de medicamentos nacionales para sus programas, quedó bajo escrutinio desde 2010, cuando medios locales revelaron que algunos lotes de vacunas que no habían sido refrigerados debidamente provocaron la intoxicación y muerte de un número indeterminado de bebés.
Tras la crisis, China aprobó en 2019 una ley para “fortalecer la supervisión de las vacunas” por ser “extremadamente importantes para el país” y por su “interés público y estratégico”.
LA INDIA, UN TRABAJO DE PUERTA A PUERTA
La India rompió también su techo de confianza, que cayó entre 2020 y 2021, pasando del 95,11 por ciento en la época precovid al 97,6 por ciento que reflejó hoy el estudio de Unicef. Esto redujo el número de niños con cero dosis (no alcanzados o perdidos) de 3 millones entre 2020-2021 a 2,7 millones en el último año.
A diferencia de China, en la India, con más de 1.400 millones de habitantes, un complejo territorio, mayormente rural y con un frágil sistema de salud, “se necesita un pueblo entero para ganarse la confianza de los padres y las comunidades”, explicó a EFE el jefe de Salud de Unicef India, Luigi D’Aquino.
Unicef, que participa con el Gobierno indio en varios de los programas de atención infantil, sirvió a esta causa con su equipo y la formación de “defensores de vacunas” en las zonas rurales, que organizan visitas, obras de teatro, música y otros recursos para ganarse la confianza de la población.
“Sin el compromiso político y el arduo trabajo de los trabajadores de la salud que viajan por todas partes para informar a los padres y abordar sus temores, esta hazaña no hubiera sido posible”, añadió el jefe de salud.
LOS NIÑOS PERDIDOS
A nivel mundial, se estima que 67 millones de niños no recibieron total o parcialmente la inmunización de rutina entre 2019 y 2021. En el sur de Asia, esta cifra es de 13,9 millones de niños, con la India, que tiene la mayor cohorte de nacimientos del mundo, impulsando hacia arriba la curva.
De acuerdo al estudio, “los aumentos en el número de niños con dosis cero fueron especialmente notables en la India, Indonesia, Myanmar (Birmania) y Filipinas”.
Los niños que no están vacunados, dice el informe, también suelen ser hijos de madres que no han podido ir a la escuela y cuyo rol es limitado en las decisiones familiares y de economía doméstica, una situación común en el Sur de Asia.